lunes, 11 de marzo de 2013

Con las deudas y la muerte nadie puede.

Cierta vez, Mulla Nasrudin estaba siendo acosado por sus acreedores. Había tomado prestado mucho dinero de mucha gente, y no había forma de deshacerse de ellos. Así que le consulto a su abogado, y como son los abogados, el letrado sugirió: "Haz una cosa Nasrudin, porque no hay escapatoria: haz los arreglos para un funeral simulado y métete en un ataúd. Haz que todo el pueblo sepa que estás muerto, y entonces escapa de este pueblo. Todos tus acreedores sabrán que estás muerto, y no se preocuparán". Parecía que funcionaría, era atractivo. Nasrudin hizo los arreglos para un funeral simulado. Estando en el ataúd, todo el pueblo se reunió para darle el último adiós.
El primer acreedor muy tirstemente dijo adiós; el segundo, el tercero, el cuarto, el quinto... Pero el noveno acreedor sacó un pistola, gritó y dijo: "Nasrudin, sé que estás muerto, pero de todas maneras te dispararé, sólo para darme el gusto". Nasrudin saltó del ataúd y dijo: "¡Deténte! ¡A ti te pagaré!"

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